Por: Hugo Supo
El asunto de las revocatorias es una
fiebre temporal de nuestra sociedad provinciana con el que -
suponemos sostienen algunos de sus promotores- solucionaremos los
problemas como la atención a los servicios básicos en los pueblos.
La ONPE ha registrado aproximadamente
una veintena de solicitudes de revocatoria en el presente año
solamente para distritos y provincias del Altiplano.
La historia es distinta a nivel
nacional, puesto que según el último reporte de la ONPE se han
adquirido 473 kits electorales para la recolección de firmas.
¿Qué argumentan quienes piden revocar
a sus autoridades? La misma ONPE responde que las motivaciones
principales son: incumplimiento de promesas electorales, supuesta
incapacidad en la gestión administrativa, pérdida de la confianza
en la autoridad, falta de concertación con la población y de
capacidad para realizar obras, incumplimiento del Presupuesto
Participativo y la no lo rendición de cuentas.
Motivos válidos, por supuesto, para
estar descontentos con el trabajo de los gobernadores, consejeros,
alcaldes y regidores, aunque nada garantiza que la revocatoria podrá
dejarnos mejor experiencia con la eventual gestión de los
accesitarios.
Recuerden que existe una norma
“pos-revocatoria” de la exalcaldesa de Lima, Susana Villarán, la
cual descarta cualquier elección complementaria en caso la consulta
popular determine la salida de las actuales autoridades.
¿Qué pasa si se revoca a todo un
concejo municipal? Ingresan los accesitarios, muchos de los cuales
han sido puestos de relleno y emergencia en el momento de la
inscripción de las listas. ¿No es acaso cambiar moco por baba?
De manera que esta aventura para
impartir “castigos ciudadanos” contra las autoridades, solo nos
encaminará a mayor incertidumbre.
No se ilusionen con esta fiebre, que
-como en toda campaña-, aquí también hay intereses que no
precisamente merecerían llamarse ciudadanos. Motivo para reflexionar
y una próxima entrega. (Correo Puno-Juliaca 11/08/16 Foto: Yda
Ponce)
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