Por: Hugo Supo
La planteada revocatoria contra el
alcalde de la Municipalidad Provincial de San Román (Juliaca),
Oswaldo Marín Quiro, se ha convertido en una letanía opositora por
el constante cambio de sus promotores.
El primero de los revocadores cayó de
manera ridícula. Don Ademiro Paja Quispe fue comisionado por sus
compañeros de las Cuatro Zonas par a comprar el padrón de
aherentes, pero su sueño por convertirse en sereno pudo más. Ahora
es un tristemente recordado exdirigente barrial que solo sirvió para
sacar a la luz que las revocatorias no siempre responden a cuestiones
ciudadanas.
Le siguió el propio presidente de las
Cuatro Zonas, Eugenio Mamani Chuquija, aunque la emoción por revocar
a Marín Quiro se le pasó en cuestión de horas. Terminó
renunciando al encargo y al gremio, dejando todo en medio de una
profunda crisis.
El tercer intento por iniciar ese
proceso lleva el nombre de Lolo Ochoa, otro que terminó renunciando
a las horas sin dar mayor explicación de sus decisiones.
Ahora se comenta que sería el
excandidato a alcalde, Emilio Barahona, quien compre el kit. ¿A
santo de qué? No sabemos aún.
Mientras tanto, el alcalde Marín (que,
por supuesto, no es santo de devoción y debe tener más de
ochocientos errores en su gestión) sonrie para sus adentros y ve
cómo se pulveriza la dirigencia fiscalizadora.
Un consejo para los hinchas de la
revocatoria: mejor preparen una opción para 2018, las elecciones
están a la vuelta de la esquina, sería más interesante verlos
competir en democracia y así demostrar cómo se hace gestión.
Por ahora, es urgente reformular el
funcionamiento de los gremios y asociaciones barriales en esta
ciudad, puesto que la vigilancia es trasncendental para acompañar
cualquier gobierno, mucho más en una localidad tan compleja como
Juliaca.
No es necesario exponer las debilidades
dirigenciales de manera tan boba como lo que hacen estos días.
(Correo Puno-Juliaca 18/08/16 Foto: Difusión)
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