Por: Hugo Supo
La provincia de Huancané es la más
antigua del departamento de Puno, pero también lo es a nivel de la
república. Fue creada en los albores de la naciente república
peruana, en el año 1827, gran territorio que engloba a quechuas,
aimaras y mestizos.
Tiene un vasto territorio que recorre
desde la orilla del lago Titicaca, pasando por las grandes pampas
hasta ascender en la Cordillera Oriental, allá donde se engrendrara la mítica civilización de los Collaguayos (fundadores de culturas
preincas solo con la fuerza de la religión).
En tiempo de las haciendas, Huancané
ha demostrado potencialidad en ganadería y agricultura. Grandes
cantidades de lana de oveja solían recorrer en sus carreteras hasta
alcanzar los trenes de carga en Juliaca y, luego, el camino a
Arequipa.
Sin embargo, la mala administración de
la Reforma Agraria ha provocado la descapitalización del campo, con
problemas que se repiten en otras zonas del Ande, como el minifundio,
los juicios por tierras, etcétera.
Teniendo todo el potencial, Huancané
es paradójicamente una de las provincias que más atraso sufre en la
senda del desarrollo. Distritos como Inchupalla, Huatasani y las
zonas rurales del mismo Huancané están vergonzosamente ubicados en
los mapas de pobreza.
Los últimos alcaldes han perdido el norte y
eso parece replicarse también en la sociedad civil.
Es raro que el proyecto de irrigación
de Taraco no esté dentro de las banderas de lucha de autoridades y
dirigencias, como es raro no exigir la urgencia de culminar la
carretera Sina-Yanahuaya, que nos conectará con la selva puneña.
Además, es momento de explorar
alternativas para generar movimientos económicos alternativos hasta
los ahora explorados en esta tierra huanca-chiriwana.
El turismo es una clara opción,
teniendo el preferencial acceso a la zona circunlacustre del
Titicaca, francamente sería un desperdicio no progresar. (Correo
Puno Juliaca 21/09/17 Foto: Difusión)
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